La comunión entre hombre y medio, razón de ser de una Reserva de la Biosfera, cuenta en Oscos-Eo con uno de sus mejores ejemplos. Situada en el extremo noroccidental del Principado de Asturias, la Reserva de la Biosfera Oscos-Eo (declarada en 2007) se prolonga por la vecina Galicia en las Terras de Burón. Un espacio natural de 1.588 kilómetros cuadrados que comprende parte de ambas comunidades autónomas y está vertebrado en torno al río Eo.
La reserva Oscos-Eo, como se conoce en su parte asturiana, es única por diferentes motivos, pero de entrada baste decir que es la única Reserva de la Biosfera asturiana con costa.
El visitante que llega hasta estas tierras queda rápidamente cautivado por la sensación de que sus pueblos y aldeas permanecen anclados en el pasado. El reloj parece haberse detenido en su arquitectura -excelentemente conservada-, en su etnografía con costumbres y oficios artesanos sin parangón; se escucha el rítmico golpear del mazo en el taller del herrero, el zumbido de las abejas revoloteando sobre el panal o el agua saltando en las aspas del molino… También se escucha el silencio. Ahí es nada.
Una sensación que en los frenéticos tiempos que corren tiene un valor intangible. Estoy convencido de que simplemente pasar unos días en Oscos-Eo, rejuvenece. Pero siempre es mejor aprovechar la visita a esta porción del Principado para mezclarse con la cultura y los productos naturales locales, enriqueciendo cuerpo y mente, y contribuyendo, de paso, al desarrollo económico local. ¿Cómo? Algunas experiencias las encontrarás de la mano de la empresa Artesanamente, que se encarga de que proporcionarte vivencias inolvidables que van desde sentirte apicultor o ferreiro por un día, hasta talleres de elaboración de jabones y cosmética naturales, reconocimiento de setas en primavera y otoño, cursos de plantas aromáticas y medicinales, de forja, de apicultura tradicional, etc. También en Los Oscos muy interesantes resultan las escapadas que proponen desde el hotel Casona Cantiga del Agüeira o A Casoa.
En sendos casos el escenario empleado para la iniciación y los talleres de forja es el Mazo (herrería) de Mazonovo, en Santa Eulalia de Oscos, donde se hace una moneda local propia: el Osco.
Aunque espectacular todo el año, es en primavera cuando la reserva luce sus mejores galas. Tojos, brezos y brecinas tiñen las laderas de amarillos y rosas, que resaltan aún más sobre el verde intenso de las hojas recién salidas de robles, abedules y castaños. Las llamativas flores campaniformes de las digitalinas, como enormes dedales púrpuras, abundan por doquier en los prados. De sus hojas se extrae la digitalina, sustancia a partir de la cual se elaboran los medicamentos para tratamientos cardiacos, aunque esta bonita planta no sabe que quien visita Oscos-Eo, regresa con el corazón (y mente) renovado.
Además de un exquisito patrimonio cultural etnográfico, Oscos-Eo posee una vasta lista de recursos naturales asociados al suave y ondulado paisaje con el que espera a sus visitantes. A diferencia de las otras cinco Reservas de la Biosfera asturianas, aquí no hay alta montaña. Sus valores tienen que ver –ahí es donde ésta es distinta- con los recursos naturales ligados a los valles de las cuencas fluviales y bosques asociados a la media montaña. Laderas y laderas tapizadas de bosque atlántico caducifolio, donde crecen robles, castaños, avellanos, hayas, abedules, etc. y tupidos bosques de galería a orillas de los abundantes arroyos y regatos por donde corren desde pequeños saltos de agua hasta enormes cascadas como la de A Seimeira (con 30 metros de caída). El relajante murmullo del agua acuna cualquier paseo por la comarca. Para conocer de primera mano estos bosques, te recomiendo cortas rutas senderistas como la Ruta de los Bosques (8 km. en Villanueva de Oscos), la Senda Verde (7,5 km en San Martín de Oscos) o la Senda Verde das Carballeiras (4,5 km en Santa Eulalia de Oscos).
Uno de los mejores bosques de ribera es el que crece a orillas del Eo. El principal curso fluvial de este espacio natural protegido que ve cómo apenas 90 kilómetros después de su nacimiento en Fonteo (Lugo), pone fin a su recorrido fundiendo sus aguas con el mar Cantábrico no sin antes moldear una ría de ensueño. Precisamente en sus últimos kilómetros antes de la desembocadura, no podéis perderos la Vía Verde del Eo (ruta del Ferrocarril). Esta vía verde une A Pontenova (Lugo) con El Llano (San Tirso de Abres) a lo largo de 12 kilómetros con todos los ingredientes de una vía verde de manual, con sus puentes y túneles, que permiten salvar la orografía tal y como hiciera el tren minero Villaodrid-Ribadeo hasta 1949.
Muy cerca de San Tirso de Abres se encuentra Taramundi, donde a mediados de los años 80 se cocinaron a fuego lento, con mimo y los mejores ingredientes, los inicios del turismo rural en España. Como antaño, Taramundi sigue siendo una referencia y visita obligada para conocer los oficios artesanos. El conjunto etnográfico de Mazonovo – el mayor museo de molinos hidráulicos de España-, el conjunto etnográfico de Os Teixois, la Colección Museográfica de Esquíos (sobresaliente taller de navajas artesanas) o la población de As Veigas, son sólo algunos ejemplos. La Ruta del Agua, permite enlazar todos estos enclaves en un recorrido (a pie o en vehículo) de unos 14 km. de hermosa belleza.
Una curiosidad local más: el Museo de la Cuchillería de Taramundi (Pardiñas) cuenta con la mayor navaja del mundo, con más de siete metros de largo y 1.500 kilogramos de peso.
En la parte sur de la reserva está el territorio de Los Oscos. Bello, singular, auténtico. Un sello de identidad propio, sin par, en la montaña cantábrica. La piedra, la pizarra y las maderas nobles -de roble o castaño fundamentalmente-, son los elementos arquitectónicos dominantes en construcciones y edificios que salpican el paisaje en aldeas que resisten el paso del tiempo (hórreos, paneras, cabazos, cabanones, pajares, palomares, cobertizos, cortines, corripias, etc.). Santa Eulalia de Oscos, San Martín de Oscos y Villanueva de Oscos, con multitud de mágicas aldeas -algunas de ellas deshabitadas-, te conquistarán sin remedio.
Volviendo a la naturaleza de esta Reserva de la Biosfera, otros de los valores más sobresalientes son sus recursos litorales, asociados a playas y escarpes litorales, donde cobra especial relevancia la vegetación halófila de los acantilados costeros y del sistema dunar. Sin duda destaca en este aspecto el Monumento Natural de la Playa de Peñarronda, un gran arenal donde poder apreciar las dunas y la vegetación que, como el barróno la adormidera marítima-ambas especies amenazadas-, colonizan estas formaciones arenosas. Un interesante ecosistema con dunas embrionarias, dunas blancas y dunas grises. En las dunas grises (las más lejanas del agua) crecen las amenazadas lechugilla dulce, mielga marítima –presente sólo en contados puntos del litoral asturiano- y muy especialmente, el alhelí de mar, presente sólo en Asturias en la playa de Peñarronda. Peñarronda marca además el límite de distribución oriental de esta especie en peligro de extinción.
En la única Reserva de la Biosfera asturiana con costa, destacan también las aves marinas. Un enclave de sumo interés ornitológico son los islotes de Las Pantorgas, donde nidifican especies como el cormorán moñudo y el ostrero euroasiático. En la playa y en el arroyo se pueden ver también diferentes especies de láridos, paseriformes y limícolas, especialmente en época migratoria, como son el zarapito real y el andarríos chico. Cerca de la costa vuelan en invierno los esbeltos alcatraces atlánticos, además de otras especies de aves marinas migradoras. En el arroyo también vive la nutria. La importancia ornitológica de este lugar le ha valido se incluida en la Zona de Especial Protección para las Aves de Penarronda-Barayo y forma parte además del Lugar de Interés Comunitario de Penarronda-Barayo.
A la hora de visitar una Reserva de la Biosfera con la eterna duda de mar o montaña, esta cuestión queda respondida en Oscos-Eo como veis sin necesidad de elegir. Mejor ambas.
Alfonso Polvorinos/elecoturista.com
Fuente: Blog turístico de Asturias